
Asalto al Ayuntamiento de Lorca
En cuanto a lo del asalto al ayuntamiento de Lorca y en un pleno que tiene por fin definir una situación y bien de interés general, solo tengo que decir una cosa: ante tanta euforia e indignación por parte de los ganaderos que están asentados y creo que no le atañe de inmediato, qué si para ti es bien lo que se elige en este momento, y no tienes ni idea de porque gritas o luchas o irrumpen en un acto legal y democrático que quizá con ello se obtenga más beneficio que perjuicio.
No entiendo ni entenderé nunca de porque a la fuerza quieres entrar a reventar un acto democrático y que después seas capaz a decir que no sabes muy bien quien te ha calentado para irrumpir en la sede que te representa con toda la violencia que un energúmeno puede aplicar a su ignorancia.
Dices no saber por qué lo hiciste y sin embargo eres incapaz de decir de dónde surgió tu violencia. Cuidado con la lectura que se hace al asalto que aquí hay moya. Después de los hechos, vemos cómo cada uno se va justificando: la verdad no sé qué hacía allí, no sé porque estaba, me habían dicho que me estaban engañando. Vayamos al origen de todo.
Al principio de lo que realmente sucede. ¿Quiénes son capaces a calentar el ambiente? ¿Quién es tan cobarde para esconderse y dejar un mensaje de odio y maldad? ¿Quién es capaz de alentar a la masa e irrumpir y perder el respeto democrático?
Sencillamente quien no cree en ello, aun estando dentro del sistema. Ya está bien de cerrar los ojos a la evidencia. En este país hay grupos políticos que no son capaces a respetar el marco democrático, se lo pasan por el forro y atenta con ello contra toda la sociedad.
No nos ceguemos y después nos lamentemos. Hubo un personaje en la historia que con toda la legalidad democrática fue la vergüenza mundial.
Esta panda de políticos que alientan a las masas, a la lucha, al odio y asalto, también han sido legalmente elegidos, pero, ¡cuidado el odio y el rencor no! Ellos lo difunden en su beneficio.
¡Stop! ¡Stop! Si aún el sentido común, consigues que te hable.
Joaquín Martínez Gil

