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Fiestas Patronales

Fiestas Patronales

Ayer pude ver cómo la hora de cierre de los bares de Molina, en sus fiestas patronales, se llevó a cabo con un rigor total y un alarde de exhibición policial para levantar la calle cortada, para el disfrute de sus ciudadanos, de diez coches de policía.

La verdad que me encantó ver vida en Molina. Luego mi hija me dijo que la llevara a ella y sus amigas a Casa Ros no quiero hacer publicidad, pero es que no sé cómo explicar dónde está.

Cuando iba para allí veía gente por la carretera como si fuera una romería a punto de atropellar porque invadían la vía. La verdad que me daba pena verlos cargados de bolsas que digo yo serían para seguir celebrando las fiestas de su querido pueblo.

Cuando llegué al sitio donde debía dejar a mi hija y sus amigas me quedé atónito. Si no estaba media Molina allí no había nadie. Ni un policía para regular el tráfico, para supervisar que no hubiera accidentes, no para prohibir que se disfrute. Increíble amigos, y decir que me alegré de que siga habiendo vida lejos de la ciudad.

Pero digo yo: si haces unas fiestas patronales, porque dejas que se monte una fiesta paralela, cuando todos sabemos que eso está prohibido y se ha luchado desde la hostelería para que se erradique los botellones ¡eh! Porque se deja ¡eh! Alguien me lo puede explicar ¡eh!

Quizá mi hija y sus amigas si se hubiera ampliado el horario por fiestas se hubieran quedado en el bar consumiendo con responsabilidad ¡eh!

Porque si no queremos una agricultura y ganadería intensiva para no agredir al medio ambiente, porque se lícita el consumo intensivo entre los habitantes que son sacados de sus ciudades porque aún no sé quién no entiende lo que es una fiesta ¡eh!

¡Eh! Ya lo decía Sabina mucha… Poca diversión.

Quedar bien para hacerlo mal. ¡Eh!

Y que conste que me gustó mucho ver tanta vida, ávida de vivir.

Joaquín Martínez Gil